PASCUAL BEÑO: UN ESCRITOR EN LA CLANDESTINIDAD
Por Pedro
Menchén
Lanza (Ciudad Real)
15 de enero de 1987
Acaba de salir el libro de
Pascual-Antonio Beño, “Homenaje a Juan Alcaide y tres piezas más”, publicado
por la Biblioteca de Autores Manchegos; un par de semanas antes también lo hizo
un librito de relatos del mismo autor y, por las mismas fechas, una “Antología
del Grupo Guadiana”, en el que, como su propio nombre indica, se recoge una
antología de poemas de veintidós poetas de La Mancha, entre los que se
encuentra, naturalmente, Pascual Beño.
Nacido en Manzanares,
residente en Madrid en los años de su infancia y adolescencia y luego
definitivamente afincado en la provincia de Ciudad Real, donde ha dedicado
todos sus esfuerzos a la enseñanza, primero como profesor y luego como director
de diversos centros, Pascual-Antonio Beño es conocido perfectamente por los
lectores de este periódico como articulista, pero poca gente sabe de su afición
apasionada y hasta, en cierto modo clandestina, por la literatura, afición que
cultiva desde la pubertad y en todas sus vertientes. Precisamente las tres
publicaciones a las que hacemos referencia recogen, de alguna forma, sus
inquietudes y sus motivaciones estéticas del arte literario: la poesía, la
narrativa y el teatro.
EL POETA
En poesía, Pascual
Beño ha escrito (y publicado) libros espléndidos e inolvidables, como “Poemas”,
“Barro y soplo”, “Letreros y pintadas”, “Fernando”, etcétera, además de
múltiples poemas inéditos que sólo los muy allegados a su persona conocen. Su
poesía oscila entre el vitalismo y el existencialismo, entre el impresionismo y
el realismo cotidiano. No hay temas que no haya tocado Beño. Es un autor muy
ecléctico al que le interesa todo, desde un esqueleto milenario hasta un
mendigo, un jacinto (inolvidable el poema “Me compraré jacintos”), un accidente
de tráfico o un estadio de fútbol. De todo sabe sacar Beño poesía; y su actitud
ante las cosas es siempre la de un gran sentimiento de amor universal, de
optimismo panteísta o de hedonismo escéptico y fatal. Pascual Beño ha llegado
hasta el extremo científico-lírico de dedicar un poema a cada parte del cuerpo
del hombre y de la mujer o, por poner otro caso, ha sido capaz de detener su
atención en esa masa de langostas que atravesara flotando el Atlántico hasta
las islas Canarias y contarnos la milagrosa proeza en su “Parábola de Gando”.
Sólo un poeta con tales recursos podía, a la vez, dirigir su mirada tan cerca y
tan lejos.
EL NARRADOR
En el terreno de la
narrativa, Beño ha publicado menos: relatos sueltos aquí y allá, pero en
ediciones minoritarias y nunca agrupados en un tomo. El librito que publica el
Grupo Literario Guadiana en su Colección Monográfica Manxa contiene cinco
relatos, algunos muy breves, y es de lamentar que no se hayan incluido otros
tantos para dar un poco más de cuerpo al libro. De cualquier forma, tenemos
aquí una muestra de la narrativa y del estilo de Beño. A decir verdad, no hay
un sólo estilo, sino tantos como relatos. Pero esto no debe extrañarnos ya que
en narrativa –como en poesía– Beño sigue siendo muy ecléctico. Yo destacaría,
entre todos, uno titulado “Un caso de insomnio” por la soltura de su estilo y
por la transgresión que en él se hace de las normas de puntuación. Otro de
cierto carácter existencialista y muy representativo de los años sesenta es el
titulado “Accidente de tráfico”. Tiene ese algo mágico y misterioso de las
películas en blanco y negro con que se dieron a conocer Bardem y Saura.
Otro relato muy breve, pero tremendamente sugestivo por su técnica
experimental, es “Plaza del Dos de Mayo”. El titulado “Hoces y martillos” es el
más largo y ambicioso y describe con un realismo atroz la crueldad del trabajo
campesino en los años treinta, así como las secuelas de la guerra. Junto a un
realismo de fuerte sabor local, Beño puede escribir textos de un snobismo tan
atrevido que hasta ruborizarían al mismísimo Joyce.
EL PLATO FUERTE
Y finalmente llegamos
al plato fuerte de nuestro comentario: se trata del libro “Homenaje a Juan
Alcaide y tres piezas más”, publicado por la Diputación con gran esmero en su
presentación. Este libro, a pesar de su título, sólo contiene tres piezas
dramáticas. Hay aquí una errata o un error de cálculo ciertamente lamentable,
pero queda como anécdota. Las tres obras son, además de la que da título al
libro, “Primero sueño” y “Ragazzo di vita”.
“Homenaje a Juan Alcaide” es una obra sobre la vida del gran poeta de
Valdepeñas, cuya representación en dicha localidad hace dos veranos por el
grupo “El Trascacho” tuvo un gran éxito y levantó los comentarios más
elogiosos, ya que se trata no sólo de una obra puramente biográfica, sino
también de un montaje y puesta en escena con toda la tramoya y el aparato de
las grandes obras clásicas. “Homenaje a Juan” hace una lectura de la vida y la
obra del poeta manchego con sencillez y sin grandes pretensiones de lucimiento
personal por parte de su autor. Simplemente éste nos expone del modo más
objetivo posible los momentos más decisivos de la vida del poeta, aunque, eso
sí, recurriendo a técnicas propias y clásicas de la dramaturgia coral.
“Primero sueño” es también un drama biográfico, pero en este caso el personaje
es una monja del siglo XVII llamada Sor Juana Inés y la acción transcurre en
México. Es éste un texto curioso y sorprendente por el tema tratado (la
liberación de la mujer y el feminismo), así como por su personaje y la
trascendencia histórica que tiene el mismo. Su conocimiento, bien documentado
por cierto, nos viene dado de la mano de Pascual Beño, a quien tendremos que
agradecer que Sor Juana Inés haya alcanzado la categoría de mito. Y pienso lo
mismo de un personaje como Mariana Pineda, del cual seguramente nada sabríamos
si Lorca no se hubiese interesado por él. Sin obras literarias que se ocupen de
ellos, dichos personajes habrían quedado irremediablemente en el olvido, y en
este caso particular es de lamentar que “Primero sueño” no sea conocida como se
merece. Pero confiemos en que la presente edición contribuya a ello.
Con “Ragazzo di vita” Beño aborda el problemático asesinato de Pier Paolo
Pasolini, con lo que demuestra que también le interesan y motivan los temas de
nuestro tiempo. No hace la obra, por supuesto, una descripción de dicho
asesinato, sino que investiga en las razones (o sinrazones) que llevaron a
ello, a través de los personajes implicados. Pero Beño no se queda ahí. De
alguna forma trata de hacer una biografía de toda una sociedad, de toda una
época. Sorprende en esta obra la diversidad de puntos de vista, así como la
imparcialidad con que son expuestos. Como resumen de todo ello queda un mensaje
latente (que no expreso) de escepticismo y un rechazo de la violencia, de la
estupidez, de la crueldad. O lo que es lo mismo: un canto de optimismo a la fe,
a la vida.