ENTREVISTA PARA LA REVISTA ODISEA

Madrid, Marzo de 2002

 

Por María Garrido

 

Foto: Paco Peregrín

 

“No he querido hacer un tratado sobre Marruecos, ni un estudio sociológico sobre el turismo sexual. Son casos puntuales de un español allí y de un marroquí aquí”

 

Con su novela Te espero en Casablanca, Pedro Menchén nos muestra un mundo desconocido hasta ahora, un Marruecos sobre el que no se había escrito antes de una forma tan abierta: Marruecos como destino para el turismo sexual. Y lo incluye dentro de la historia de amor y búsqueda emocional de su protagonista, Félix. La edad madura en un competitivo mercado homosexual, la necesidad de amar o el contraste de culturas se ven reflejados en esta emotiva novela.

 

Odisea: ¿Tu libro habla de la necesidad de amor o de la desesperación por amor?

Pedro Menchén: De la necesidad de amor, aunque el personaje está un poco desesperado, de ahí su viaje. Pero es una huida hacia adelante, una fuga hacia lo desconocido. Quiere emociones nuevas porque su vida es demasiado aburrida, no le ocurre nada interesante.

 

O: ¿Crees que la historia de Félix es una historia de amor o de desencuentro?

P.M.: Es de amor por un parte, pero el amor es cosa de dos y el desencuentro puede producirse.

 

O: Desde el inicio vemos dos prototipos distintos de búsquedas, la de sexo-placer y la de amor-placer, ¿es un fiel reflejo de la dualidad homosexual?

P.M.: creo que sí, exactamente. Hay personas que son promiscuas y personas a las que les importa más que el sexo los sentimientos. Son dos personajes claros y diferenciados y, además, bastante reales y habituales. Ha surgido casualmente pero se detectan bien los dos prototipos en la novela. Aunque una misma persona puede alternar ambos clichés en una etapa de su vida.

O: ¿Qué piensas del ambiente gay cuando uno es maduro? ¿Proliferan más los Félix o los Manolos?

P.M.: Se ven más los Manolos, pero tal vez haya más Félix que están en casa, no salen y llevan una vida hogareña. Los Félix no se dan a conocer porque cuando encuentran pareja se retiran, así que son difíciles de ver.

 

O: Tu personaje necesitaba enamorarse aunque ello suponga autoengañarse, una situación mil veces repetida, pero ¿insalvable?

P.M.: Cuando nos enamoramos perdemos un poco el entendimiento y nos volvemos ciegos ante la realidad, sólo vemos una parte de ella. Casi siempre acabamos descubriendo que estamos equivocados en muchas cosas. Es una ilusión, el amor es así.

 

O: Félix es un hombre maduro, ¿el ambiente pone sello de caducidad?, ¿hay que ser eternamente joven?

P.M.: Sí, aunque no debería ser así. Todo el mundo tiene derecho a experimentar emociones. Normalmente, cuando eres maduro ya has encontrado a la persona de tu vida y no tienes esa necesidad de ligar ni ganas de salir tanto.

 

O: ¿Has vivido en carne propia la experiencia de un Marruecos tan accesible sexualmente?

P.M.: Sí. Hice un viaje a Marruecos y conocí a un chico y el viaje lo hice con un amigo que sí es turista sexual y él me iba mostrando todo. Yo tenía curiosidad por conocer el país y fui tomando notas de lo que ocurría y me motivó hacer una novela de lo que ocurría.

 

O: ¿Y refleja la realidad sexual del país?

P.M.: En las zonas que frecuenta el turista sexual es fácil ver esos ambientes pero evidentemente hay muchas otras zonas en las que no se vive nada de esto. Es un viaje de unos gays, por tanto van hacia ese ambiente que van buscando, pero hay otro Marruecos que no tiene nada que ver.

 

O: ¿Has hecho turismo sexual en Marruecos?

P.M.: No lo he pretendido, tuve experiencias naturalmente, conocí gente y paisajes y ambientes; tomé nota de ello y cuando regresé descubrí que tenía un libro. Después hice varios viajes más para documentarme y conocer así mejor el ambiente que quería retratar.

 

O: ¿Qué nos da tanto morbo de Marruecos?

P.M.: Hay gente que tiene atracción por razas distintas. Pero lo que de verdad creo es que es más fácil el sexo allí, muy habitual, aun cuando la homosexualidad y todo lo referente a ella en Marruecos sea tabú. Es un tema sobre el que no se habla, parece que no existe, pero sin embargo se practica mucho. Por tanto, no es oficialmente un paraíso sexual gay, ni para los marroquíes ni siquiera para los europeos que suelen ir allí.

 

O: ¿Es ético hacer turismo sexual?

P.M.: No, pero yo pretendo hablar de ello, aunque no lo sea. Tengo que describir una realidad sin ser moralista. Me guste o no me guste.

 

O: ¿No resulta sórdido ese mercado de la carne en cierto sentido?

P.M.: Marruecos es un país pobre, y la pobreza y la supervivencia a veces se presta a lo sórdido. Pero son personas como nosotros y tienen sus sentimientos y necesitan una vida estable que les permita sobrevivir. Cuando no tienes eso debes buscarte la vida de cualquier forma y eso se convierte en sórdido. Aunque pienso que si el sexo se practica libremente y de forma grata no tiene por qué ser sórdido. Tenemos una visión del sexo negativa y pecaminosa.

 

O: ¿Es lo más cómodo para los jóvenes?

Es una forma de vida fácil pero en muchas ocasiones también es la única que tienen, sobre todo para los chicos guapos que saben que van a tener éxito con ese tipo de público.

 

O: ¿Crees que parte de esa atracción reside en lo que hablábamos antes de la “fecha de caducidad”?

P.M.: Sí, es una solución, por eso viajan hacia el sur, porque es posible y fácil y porque los chicos buscan a los señores maduros porque son los que les buscan a ellos. Se complementan. Y además es un destino cercano y barato. Hay verdaderos excursionistas de fin de semana que van a Marruecos a hacer turismo sexual.

 

O: ¿Huir para encontrar una pareja?

P.M.: El personaje de mi novela hace un viaje motivado por su circunstancia personal, necesita conocer otros ámbitos y ambientes, romper con la rutina. Se ve seducido por el sur, cree que allí hay posibilidades de tener una aventura, que es lo que quiere en un principio, pero acaba enamorándose. Y así también toma contacto con otra visión del país y los marroquíes los valora más en otro sentido a nivel sentimental y humano.

 

O: Este es un segundo volumen de tu Trilogía sobre el amor.

P.M.: A mí no me gustaban las novelas de amor, pero me lo planteé y surgió Una laya muy lejana, una historia llevaba al límite, después me di cuenta de que había múltiples facetas y que quería tratarlas. Así surgió la idea de la trilogía. La segunda entrega, Te espero en Casablanca, plantea el triunfo del amor, es una novela mucho más optimista. Es una eclosión de belleza, juventud y exotismo.

 

O: ¿Y la última entrega?

P.M.: Tengo el argumento pensado, trataría de un amor triste y cotidiano, personas que viven juntas y se quieren sin saberlo o que se necesitan sin darse cuenta. Un amor que practica mucha gente sin saberlo.