ENTREVISTA PARA EL CRUZADO ARAGONÉS
Barbastro,
Huesca, 25 de junio de 1988
Por
Elena Martija
Pedro Menchén,
ganador del Premio de Novela Corta:
“Cuando recibí la noticia del premio
lo primero que pensé es que había merecido la pena tanto esfuerzo”
Pedro Menchén es el
ganador de la última edición del premio de novela corta “Ciudad de Barbastro”.
Nada más saberlo intentamos ponernos en contacto con él, pero fue imposible.
Por fin, tras algunas vicisitudes, hemos conseguido la entrevista que les ofrecemos
a continuación.
Pedro
Menchén nació hace 36 años en Argamasilla de Alba (Ciudad Real). Es soltero.
Residió en Madrid desde adolescente y hace 11 años que vive en Benidorm.
Trabaja en hostelería, de camarero, recepcionista... y ha hecho todo tipo de oficios.
En invierno se traslada algunos meses a Madrid. El año pasado, en Alcalá de
Henares, un libro suyo de relatos, obtuvo un premio, “¿Alguien es capaz de
escuchar a un hombre completamente desnudo que entra a medianoche por una
ventana de su casa?”. El premio barbastrense va a ser el segundo libro que
publica este escritor.
–¿Desde cuando
escribe Ud.?
–Escribo
desde muy niño. Primero poesía, luego narrativa, pero mi obra es muy limitada,
porque corrijo, reescribo, y destruyo mucho. Durante toda mi vida he querido
ser escritor, y he vivido por y para la literatura. No obstante, eso no quiere
decir que me interese sólo la literatura. Para mí es más importante la vida que
la literatura, pero no puedo vivir aquélla sin ésta. Soy autodidacta, sólo
estudié hasta 3º de BUP. Y nunca quise que gobernaran mis conocimientos o mis
lecturas. La cultura está en los libros, y yo soy libre de acercarme a aquellos
que me interesan.
–¿Cuándo ha escrito
esta novela?
–La
escribí durante los meses de febrero y marzo de 1987 en Benidorm. Entonces yo
vivía solo, estaba en paro y tenía el dinero justo para comer. Pero fue una
experiencia inolvidable. Creo que esos dos meses fueron los más intensos y
felices de mi vida. Vivía la fiebre de la creación. Escribía sin parar, completamente
abstraído del mundo. Sólo interrumpía el trabajo a las 12 de la noche, para no
molestar con el tecleo de la máquina a los vecinos, hasta las ocho de la mañana
del día siguiente. Salía de casa una o dos veces por día para comprar lo
imprescindible para comer o dar una vuelta por la playa de Levante con objeto
de renovar mis ideas y ejercitar mis músculos. La novela fue escrita de un modo
lineal, y no pasaba a otra frase hasta no estar seguro de la anterior.
Anteriormente sólo había escrito relatos y nunca había vivido una experiencia
de dedicación tan intensiva y larga para un trabajo literario. Cuando recibí la
noticia del premio lo primero que pensé es que había merecido la pena tanto
esfuerzo.
–¿Cómo surgió la idea
del tema?
–La
idea está basada en un hecho real, que describo en el primer capítulo. Hace
años un primo mío y yo hicimos un viaje a Alicante creyendo que nos lo íbamos a
pasar muy bien, y nos salió todo mal. Nos quedamos sin dinero, mi tía se había
ido de viaje y no teníamos la llave para entrar en casa, estábamos hambrientos,
nos quedamos sin gasolina y no podíamos volver ni recurrir a nadie. En
realidad, alguien nos consiguió la llave y pudimos entrar, pero en mi historia
no ocurre así. Los chicos se quedan tirados en la ciudad, y a partir de ahí
todo es imaginado. Lo que más me gusta es que desde ese momento tuve que
imaginar situaciones, estados sicológicos, diálogos... y eso hace que uno se
sienta como un pequeño dios que crea de la nada. Mi idea filosófica fue la de
enfrentar a un ser convencional y confiado, como es el protagonista, con la
irracionalidad de la contingencia, con lo absurdo de un acontecimiento no
esperado. Pero creo que ésa es la idea en la que caigo siempre, y no sé por
qué; es decir, en el descubrimiento súbito por parte de seres confiados o
convencionales de la inseguridad, de lo irracional, de lo absurdo, de lo
inesperado.